Carlos Ponce de León
Director de Marca, experto en futbol nacional e internacional. En su columna tendrás un análisis veraz y oportuno.
Destruyeron un Clásico
En una cosa tuvo razón el 'Tano' cuando consideró que ante Cruz Azul no es Clásico para América: está lejos de serlo para la última generación que va al estadio o lo ve por televisor. Hoy es un partido más. Y no lo era. Se encargaron de perderlo.
Nos quedamos los más viejos que supimos de aquella rivalidad que nació en los años 60, que encontró Finales entre los 70 y el dominio celeste de los 80, que estalló en los 90 y que aun en los albores de los 2000 sacó chispas. Mi primera visita al Azteca fue un Clásico Joven. Bautizo de fuego. Nos tocó hasta arriba; al subir las escaleras recuerdo las tribunas del Coloso pintadas de azul y amarillo. Apoteósico impacto que más de tres décadas después aún me eriza la piel.
Pero diluyeron la rivalidad. No fue culpa de la soberbia americanista que hoy ningunea a placer al cruzazulino, sino de la dirigencia cementera que le negó al actual aficionado un equipo digno de competir con el más odiado.
Estrada no puede jugar en La Máquina. Ni por ser mundialista. Es una pena su actitud y displicencia porque talento tiene. ¿Rotondi? ¿Morales? Lotti apenas para relevo. Es inverosímil que con el poder de la Cooperativa más grande de América Latina no puedan armar una delantera decente. No supieron mantener al campeón: Cabecita. Alvarado. Orbelín. Giménez era imposible. Y más atrás Romo, Yotún, además de la patada que le dieron a Reynoso. Y a la directiva encargada del título, encabezada por Dávila.
Se robaron la oportunidad de frenar las burlas al cruzazulino que vivió como pocas aficiones la rivalidad ante las Águilas, los sometieron y brindaron partidazos. Hasta que esta directiva extravió la fuerza de La Máquina.