Cuánto pierde Pumas con sus dos últimas victorias. Con una de sus peores versiones en la cancha, la directiva del Club Universidad, esa burocracia pasiva que tiene secuestrado al equipo en años recientes, justificará la continuidad del proyecto de Gustavo Lema, que en realidad no va a ningún lado, al menos no a la trascendencia que exige un equipo grande. Seguirá la mediocridad maquillada.
Qué lejos está el Club Universidad de su glorioso pasado, tanto que la relevancia de Pumas en la actualidad depende de lo que haga contra el América más que de una ilusión de brillar en Liguilla y conquistar un título ausente en los últimos 13 años; es una verdad que espina el corazón auriazul.
La prueba para lucir en el Clásico Capitalino de este domingo es inigualable, pero no por las virtudes de esta versión de los universitarios, una aburrida, insulsa, carente de la garra que los llegó a caracterizar o de una cantera brillante y esperanzadora, sino porque se enfrentan a las peores Águilas de la década.
Pumas está perdido en la mediocridad. Su actual política deportiva eligió dejar perder la esencia que los colocó lo más alto: base de cantera de nivel Selección; parafraseando al filósofo Martinoli, se va por la alcantarilla. Al contrario, los ingenuos burócratas al control creyeron que podían parecerse a los poderosos y ganadores compradores de Liga MX como Tigres o Rayados, incluso Cruz Azul o América, pero sus numerosos fichajes (no sólo de extranjeros sino ahora también de muchos mexicanos) los hacen parecer más a Juárez, Querétaro o Mazatlán.
Los triunfos ante Puebla y Tijuana son el pretexto ideal para dejar que el proyecto actual siga en CU, nadando de pechito hasta la otra orilla, sin aspirar a la trascendencia de un título, sino al chispazo que puedan dar este domingo ante América y con ello salvar el torneo. A eso se han reducido estos Pumas. Una lástima.
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