El final de finales
Nunca pudimos imaginarlo así. La expectativa estuvo cargada al lado negativo desde antes de iniciar, apuntaba al desastre: elección manipulada, acusada de corrupción, de un país intolerante con las costumbres del resto del planeta, contrario a la prédica de inclusión de la FIFA, región de poco y pobre futbol, en época y calendario atípico. Alto costo para el aficionado. Y sin cerveza. La fiesta pambolera que enciende a la humanidad cada cuatro años estaba pronosticada al fracaso. Pero Qatar 2022 cambió el destino.
El desierto obró milagros a través del balón y así conquistó corazones, echó debajo de la alfombra los despreciables problemas de su organización, los hizo olvidar por instantes mágicos. La sorpresa no paró, la historia que fascina al planeta se realizó: el favorito se volvió dominado y el débil se alzó como inexplicable vencedor.
Infantino avisó y el mundo lo escuchó con recelo: "Ya es el mejor Mundial", y es que el negocio se fue a las nubes. Indignación por las formas maquiavélicas de FIFA. Pero la pelota hizo su trabajo, se reivindicó: se convirtió en la Copa del Mundo más espectacular del siglo, la de más anotaciones, emociones y un Final de Finales.
Todo lo positivo quedó opacado con lo que se guardó para el desenlace, lo mejor, lo que hizo valer como nada a Qatar 2022: el desierto entregó a Messi el certificado de mejor futbolista de la historia.
Por si sus récords, goles y títulos no eran suficientes, le reservó el máximo sufrimiento hasta último minuto, no se entregó fácil, nos engañó en el partido en el Lusail, hizo que el otro postor, Mbappé, apretara, que forzara penaltis. Leo tuvo que conquistar desde los once pasos la gloria eterna.
Ver encumbrarse a Messi trae una pesada carga. El infame arbitraje a favor de la Albiceleste que le entregó merecida, pero improcedente ventaja, y lo que el resto del mundo temía: la desbordada pedantería de los argentinos, soberbia descontrolada, burlas de los amigos de Messi a sus rivales, del portero a la afición y a Francia, falta de categoría tras saberse ganadores. Pero si eso es lo que debemos aguantar con tal de la ascensión de Messi, bien lo vale.
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