El 25 de agosto de 2004, Rudolf Bantle asistió con emoción al estadio Giuseppe Meazza, para apoyar a su equipo, el Basel, en el juego de Vuelta contra el Inter de Milán, correspondiente a la última eliminatoria para avanzar a la Fase de Grupos de Champions League.
Los italianos se impusieron 5-2 en el global, terminando así con las ilusiones del conjunto suizo de avanzar en el certamen europeo. Bantle, a cinco minutos de que terminara el encuentro, decidió ir al baño para distraerse, pero cuando volvió a su asiento, ya no encontró a sus amigos con los que había viajado.
En aquel entonces, Rudolf tenía 60 años y no recordaba en dónde habían estacionado el auto. Con sólo 20 euros en el bolsillo y sin forma de comunicarse con sus conocidos, quedó desamparado en Milán, donde logró sobrevivir durmiendo en la calle y alimentándose de lo que le daban los vecinos del barrio de Baggio.
"(Bantle) era una leyenda de la zona. La historia de San Siro circulaba, pero no sabíamos si era verdad o no. Nunca le gustó hablar de sí mismo. Todo el mundo lo quería. La gente le compraba comida y ropa, y él los ayudaba cuando podía", comentó un comerciante de la zona al diario Schweiz am Sonntag, de Suiza.
El hincha del Basel no quiso volver a su hogar, pues se sintió más a gusto en Italia. Sin embargo, en septiembre de este año, sufrió un accidente y, al no poseer seguro médico ni domicilio en la ciudad italiana, el consulado helvético lo repatrió al Hospital Universitario de Basilea.
Ahora, con 71 años de edad, Rudolf vive en un asilo y recibe un subsidio de 300 euros al mes. "Cada noche, me permiten tomar un par de latas de cerveza", asegura con gusto.