Los Guerreros demostraron de que están hechos en esta Liguilla y perdieron el miedo al escenario montado en el Estadio Azteca para que América no lograra el acto final.
Cerca de 50 mil almas al unísono de un solo amor, pintados de amarillo comenzaron ganando el encuentro, siendo el sostén que el equipo necesitaba en la cancha para buscar la hazaña.
La tribuna hizo su juego y surgió el efecto pero en una poción que no duró por mucho tiempo, la garra salió del conjunto de las Águilas y en su favor el silbante en los primeros minutos le marcó un penalti, aunque dudoso, bien cobrado desde los once pasos por Cecilio Domínguez.
El gol del paraguayo acercaba a la esperanza y con esa valentía todos los vestidor de amarillo estaban conectados en ese momento, de modo que Bruno Valdez en un tiro de esquina encontró de nuevo la fórmula y con un cabezazo puso el marcador a tan solo un gol de distancia.
Todo iba a favor de las Águilas, cada pase y cada elemento que no dejaba de buscar la hazaña, pero algo desconectó aquel momento y de pronto Jonathan Rodríguez se aprovechó del ímpetu que tuvo Marchesín en una salida para rebasarlo y así callar el escenario que tenía una fiesta.
Para el segundo tiempo, Santos recuperó vida, encontró el equilibrio e hizo uso de razón de lo que han logrado en esta eliminatoria, sabiendo que con el corazón han vencido todo.
Un poco más complicado el camino para el cuadro americanista, no dieron más batalla como los primeros 45 y fueron víctimas de la fuerza guerrera de Jesus Isijara que acabó con el. Unto de terror que vivían los de Miguel Herrera.
Con la necesidad de cuatro goles, América se despide de este Clausura 2018 con la deuda una vez hacia su gente, que esta noche no hizo más que respaldarlos, pero pasó factura aquella ruptura que sus delanteros tienen con el gol.
