Esa mañana, David Ferrer abrió los ojos y sintió una tranquilidad que no experimentaba desde que era un pequeño niño de Jávea que soñaba con parecerse a su papá. ‘Ferru’ había pasado una noche desgastante en la Caja Mágica de Madrid, donde había bajado la cortina a una carrera de 19 años con una gira de despedida que había incluido mariachis en su última visita a Acapulco, donde ganó cuatro cetros para erigirse como rey.
El valenciano tomó un respiro y se quedó un poco más en cama. Era su primer día retiro y merecía un descanso tras haber pasado su vida con una raqueta en mano.
“Estaba cansado, sinceramente, porque habían muchas emociones, muchos homenajes y no lo recuerdo bien. Tenía ganas de terminar de jugar, fue muy emotivo todo, me alegré mucho la forma de acabar mi carrera tenística, el cariño recibido por parte de todos los torneos que pude jugar hasta Madrid que fue el escalafón final”, dice el extenista de 38 años a RÉCORD.
Ferrer acomoda su cabello con la mano izquierda y sonríe. Está de vuelta en Acapulco, donde flechó a una afición entregada a su juego no solo por la excelsa técnica del de Jávea, sino por su corazón indomable, capaz de dejar hasta el último latido en un game.
“Es difícil decirlo”, responde Ferrer, sobre su momento más feliz en el Puerto en su regreso, ahora como comentarista de televisión. “Sin duda mi despedida fue muy emotiva y no sé si decir que cuando gané a Nishikori en 2015 o cuando jugué la final contra Juan Carlos Ferrero porque es un gran amigo mío”.
David era conocido como ‘El Mejor de los Humanos’ al siempre estar un paso detrás de Roger Federer, Rafael Nadal, Novak Djokovic y Andy Murray. Ferrer fue víctima de su época, pero jamás se martirizó para justificarse, al contrario, asumió el reto de vivir el momento histórico y fue oposición a una revuelta a la que nunca pudo contener, pero a la que batalló siempre con la frente en alto.
“Bueno, no lo pienso (preferir haber vivido en otra época)”, asegura ‘El Rey David’. “Fue la época que me tocó, lo afronté, lo acepté y también me han hecho ser mejor tenista y exigirme más a mí mismo. De lo que más orgulloso me siento es que he dado todo lo que tenía, lo he intentado y si no he podido ganar un Grand Slam o ser número 1 del mundo es porque no he podido”.
Y es que aunque Ferrer tendría muchos más de sus 27 títulos como profesional de no haber sido por los ‘Cuatro Fantásticos’, asume los errores cometidos a lo largo de su vida. Aunque eso sí, aquella bola de partido en el último juego que el ojo de halcón privó al de Jávea de la victoria tras un mal calculo del alicantino en la final de Miami de 2013 ante Murray, aún le atormenta.
“A ver, seguro que pedir ojo de halcón en el Masters de Miami para ganar el partido contra Murray. Pues claro, si volviera atrás no lo pediría, eso lo tengo claro, me arrepiento. En la vida tomas decisiones y te equivocas, eso te hace ser lo que eres y aprender, volver atrás a toro pasado es muy fácil pero me ha hecho aprender e intentar no volver a cometer estos errores que seguro que cometeré en mi vida pero me ayudará a mejorar”, finaliza.