Llegar a las competencias olímpicas se ha convertido en una travesía.
El sistema de transporte de los Juegos de Río 2016, los primeros Olímpicos de Sudamérica, presenta mayores problemas conforme avanza la máxima justa deportiva.
Si bien el Comité Organizador de los Juegos diseñó una aplicación para hacer más práctico el uso de los vehículos oficiales, ésta no tiene mucha utilidad.
Los vehículos no cumplen el horario establecido, el tiempo de espera en los puntos de salida se incrementó y no hay capacidad para llevar a tanta gente.
La mejor opción es caminar, pues los taxis y automóviles no autorizados no pueden utilizar los carriles destinados para los vehículos olímpicos, además de que hay accesos cerrados.
Del apartamento que habito a la Villa Olímpica son 3.6 kilómetros, distancia a la que llego más rápido caminando, que si espero el transporte.
Aunque la afluencia de camiones de la Villa al Centro de Medios (4.3 kilómetros) está calculada en nueve minutos, llega a pasar hasta media hora para que llegue.
Por ello, ayer decidí caminar ambas rutas para presenciar primero el debut olímpico del boxeador mexicano Misael Rodríguez y la competencia de las subcampeonas olímpicas Paola Espinosa y Alejandra Orozco, quienes no pudieron refrendar la plata de Londres 2012 al finalizar en el sexto lugar.
Sin dejar de mencionar lo sucio que lucen las gradas para prensa en el Centro Acuático María Lenk.
Seguiré sumando kilómetros en la sede olímpica, al menos caminando, mientras voy de una competencia a otra donde espero que pronto caiga la primera medalla para México.
