El torneo de Wimbledon vivió este domingo su último 'Middle Sunday', el día que marca el ecuador de los Campeonatos y que supone el descanso para la hierba, los jugadores y los vecinos de Londres.
A partir de 2022, Wimbledon se convertirá en un torneo de 14 días de juego, acercándose al resto de Grand Slams, y rompiendo con una tradición de casi 30 años.
Fue en 1982 cuando se dejó de jugar el domingo, debido a que las finales se trasladaron del sábado al domingo, por lo que, ante las protestas vecinales, que pedían al menos un día de libranza para descansar del trasiego de gente en el barrio, Wimbledon concedió el primer domingo de julio.
De este modo se dejó de jugar, aprovechando además para reverdecer las pistas y dar luz al 'Manic Monday', el lunes en el que se disputan todos los Octavos de Final. Solo cuatro veces en la historia se tuvo que romper con esta tradición, en 1991, 1997, 2004 y 2016, debido a la lluvia. Los años en los que el tiempo ha hecho estragos en el orden de juego, a la organización no le ha quedado más remedio que abrir sus puertas el domingo, con precios ultracompetitivos y que creaban un ambiente único.
Este domingo, sin embargo, Wimbledon echaba el candado a sus portones y apenas personas de la organización, trabajadores y jugadores que venían a entrenar, poblaban sus pasillos. Una imagen de soledad que no se repetirá más en el torneo, puesto que a partir del año que viene, Wimbledon también jugará en domingo.