Si bien es cierto que la vida de un futbolista puede estar rodeada por fama y lujos, también es real que hay jugadores que se ven obligados a realizar sacrificios importantes para convertirse en profesionales. Eso sin contar que en la mayoría de los casos los jugadres provienen de familias humildes.
Tal es el caso de Yúber Asprilla, refuerzo de Pumas para el Clausura 2018, quien en su adolescencia recurrió a la venta de maní y periódicos en su natal Colombia, con tal de no faltar a ningún entrenamiento, además de apoyar a su familia con los pocos ingresos que generaba.
“Comencé en el equipo de mi barrio y de ahí unas personas me invitaron a Millonarios, pero soy de una familia humilde con poco recurso y me tocó vender maní, vender periódicos, con tal de cumplir mis sueños y si me toca volver a vender, lo hago sin problemas, porque eso es lo que va a dar de comer”, revela en charla con RÉCORD.
Asimismo, el futbolista cafetalero también tuvo que superar diversos obstáculos desde la infancia, como la ausencia de sus padres.
“No tuve la oportunidad de criarme con mis padres y desde los dos años viví con mi tía y con mi abuela; sin embargo, no lo llamo abandono, pues para mis padres debió ser duro, mi madre tenía 15 años cuando nací y la entiendo”, mencionó.
A pesar de las dificultades, Yúber se dijo afortunado por tener la oportunidad de cumplir su sueño y no se olvida de quienes lo impulsaron y lo alentaron en todo momento.
“Mi abuela y mi tía me criaron desde pequeño. Ellas siempre creyeron en mí y lo siguen haciendo, mi tía siempre me impulsó, luchó a mi lado en las buenas y malas y le debo toda mi carrera futbolística a ella”.
Finalmente, el nuevo jugador auriazul señala que en todo momento pasó por su cabeza convertirse en un jugador profesional; no obstante, asegura que en caso de no haber cumplido su meta, habría salido adelante por los valores que le inculcaron desde pequeño.
“Mi meta siempre fue el futbol y si no lo hubiera logrado, pues me tocaba dedicarme a otra cosa que me ayudara a sobrevivir, pero sólo que fueran cosas buenas porque las malas, como robar, no van conmigo”.