Cruz Azul es una actualización permanente. Lidia consigo mismo, se reconoce en el espejo y empieza a gustarle el reflejo. Pero si la historia sirve para no cometer los mismos errores del pasado, entonces la atención debe multiplicarse cuando se observa el retrovisor.
En el Clausura 2014, La Máquina recorrió las vías de la efectividad con un paso fulgurante. Aquel torneo los celestes fueron superlíderes, sumaron 36 puntos. El sorpresivo León, ubicado en el octavo puesto, los eliminó en Cuartos de Final.
Ricardo Peláez lo recuerda. Si alguien ha configurado y alineado las estrellas para este presente ha sido el director deportivo cementero, quien avisa que a diferencia de aquel tropiezo esta vez desean su camino y caminan su deseo, desde la unificación de voluntades, tanto directivas, técnicas y futbolísticas.
“Me parece que sería un orgullo terminar como superlíder, pero nada más, porque los logros deportivos, como el campeonato, se logran con constancia y solidaridad”, afirma Peláez, en entrevista con RÉCORD.
En La Noria el futbolista sonríe, pero no de nervios, como antes. Si los cruzazulinos antes perdían, ahora confían. Los fantasmas han sido desterrados con la planeación. Peláez no escapa de la responsabilidad y reconoce que campeonato es prioritario. No se escuda en los procesos o en la paciencia. El dirigente quiere la copa en las vitrinas cuanto antes.
“Seremos perseverantes, estamos tan ilusionados como la afición de Cruz Azul y queremos levantar, lo más pronto posible, un título”, confirma con la voz del compromiso.
Pero cuando en el futbol mexicano un equipo es superlíder, el destino se voltea. El primer lugar es como una muy buena anécdota que se cuenta en una reunión familiar. Pero también es la confirmación de que en nuestro país se juegan dos competencias: “El superliderato es una consecuencia de hacer un buen trabajo en fase regular. Pero la Liguilla es otro torneo y lo sabemos”, reafirmó Ricardo.