Valladolid y Betis firmaron un empate a un gol que no les sirve de mucho, en un duelo en el que el equipo blanquivioleta consiguió reaccionar, con una gran fortaleza mental, para contrarrestar un 0-1.
El Real Valladolid salió con otra estrategia, gracias a la polivalencia de Joaquín, para tratar de controlar el centro del campo, ya que podía reconvertirse en central o en medio centro defensivo, según el devenir del partido. Y ese planteamiento resultó efectivo en los primeros compases.
El primer gol llegó en el minuto 48, tras una jugada en la que un error defensivo de los vallisoletanos fue aprovechado por Miranda ara llegar solo al área blanquivioleta y ofrecer un centro a Ruibal, quien no tuvo problemas para superar a Roberto Jiménez.
El Real Valladolid volvió a sufrir otro golpe. Y Sergio González revolucionó el banquillo, dando entrada a cuatro jugadores, Janko -por el lesionado Luis Pérez-, San Emeterio, Kiko Olivas y Jota. Su objetivo era controlar más el balón y volcarse en la presión y en la recuperación.
Los sevillanos buscaron romper el partido, pero el conjunto blanquivioleta reaccionó y Weissman logró empatar en el minuto 68, con un buen remate de cabeza tras un centro de Olaza. Pero ese punto era insuficiente para el Real Valladolid, quien mantuvo su presión en busca de los tres.
No fue el Real Valladolid temeroso de otros partidos, sino que fue a buscar la victoria hasta el final, aunque ese esfuerzo no obtuvo recompensa y tuvo que conformarse con un punto. Eso sí, las sensaciones fueron más positivas y la mejoría, evidente.
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