La reciente erupción volcánica en la ciudad de Grindavik (es Islandia), desencadenó la activación de medidas de emergencia; sin embargo, gracias a las barreras antilava instaladas en las afueras de la ciudad, se logró evitar daños significativos en infraestructuras críticas.
Las barreras antilava, diseñadas para desviar el flujo de lava, demostraron su eficacia durante la erupción del volcán en la península de Reykjanes. Según Hjördís Guðmundsdóttir, portavoz de la agencia de protección civil de Islandia, estas barreras mitigaron el peligro inmediato para Grindavik y otras zonas, permitiendo así la preservación de la ciudad y la operatividad de los aeropuertos locales, incluido el Aeropuerto Internacional de Keflavik.
La erupción, catalogada como la más potente hasta la fecha desde diciembre, provocó la evacuación de Grindavik y la famosa Laguna Azul. La rápida acción de evacuación, que duró aproximadamente media hora, se llevó a cabo con éxito, minimizando el riesgo para los residentes y visitantes.
La Oficina Meteorológica de Islandia informó que la lava fluyó hacia el norte de Grindavik, repitiendo el patrón observado durante erupciones anteriores en febrero. A pesar de la actividad sísmica previa en la región y los cierres temporales de la Laguna Azul, los aeropuertos regionales e internacionales de Islandia permanecieron operativos.
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