Del mito del Dream Team al talento robado por los Monstars en Space Jam, los súper equipos armados con grandes estrellas son un arma de doble filo con el riesgo de convertirse en rotundos fracasos debido a la falta de química en el engranaje de su maquinaria. Con James Harden, Kevin Durant —aún lesionado—, Kyrie Irving, Blake Griffin y Lamarcus Aldrige, los Nets son lo más cercano a un equipo de fantasía en la NBA, pero con el poco margen de maniobra para encontrar su más óptimo desempeño, el riesgo de volverse un elefante blanco los acecha.
Y quién si no la franquicia de Brooklyn puede hablar del trago amargo que representa esa desilusión de tener una auténtica constelación de figuras y recibir a cambio no otra cosa sino una profunda frustración al no alcanzar el entendimiento mínimo requerido para trascender como equipo más allá de las individualidades. Y es que si algo no quieren los Nets es verse en aquel espejo maldito de cuando recién habían desempacado las maletas tras dejar New Jersey.
En su versión de 2013-2014 —apenas su segunda campaña en los suburbios de Nueva York—, la directiva cambió a Gerald Wallace, Kris Humphries y tres futuras selecciones del Draft a cambio de que los Celtics entregaran todas sus joyas con los estelares Kevin Garnett y Paul Pierce, junto con Jason Terry. En el momento parecía una apuesta tan sólida como riesgosa, pero conforme se desarrolló la temporada y terminaron perdiendo en Semifinales de Conferencia Este ante el Heat, el trade comenzó a cocinarse al punto de convertirse en un buffet de burlas.
Esas transacciones llevaron a que los Nets tuvieran la nómina más grande de la NBA, y a cambio, apenas cosecharon una victoria ante los Raptors en 7 juegos la más reciente en una serie de Playoffs para el equipo hasta la temporada pasada que tras seis años de reconstrucción producto de ese trade lograron reivindicarse. Del otro lado, los Celtics habían construido una potencia después de seleccionar a Jaylen Brown y Jayson Tatum con el primeras dos selecciones de los Nets y luego intercambiar su última selección restante del Draft de Brooklyn en un acuerdo que les dio a Kyrie Irving.
El Big 3 de los Nets de Durant, Irving y Harden ha jugado solo siete partidos juntos desde que ‘La Barba’ llegó a Brooklyn a mediados de enero procedente de Houston, pero con Durant cerca de recuperarse para volver a las duelas y tratar de aprovechar el último tramo de la campaña regular para llegar a tono con el equipo a Playoffs, Nets se mantienen firmes peleando palmo a palmo con los Sixers por la cima de la conferencia, por lo que Nash deberá saber mover sus piezas si es que no quiere tropezar con la misma piedra que hace siete años y convertir a esta en otra constelación de estrellas fugaces.