A los 8 años de edad, Germán Madrazo conoció la nieve cuando sus abuelos maternos lo llevaron al emblemático Ajusco de la CDMX, uno de los recuerdos más bonitos de su vida, asegura; pero fue hasta los 42 años cuando tuvo su primer acercamiento con el cross country skiing, aventura que lo llevó a participar en los Juegos Olímpicos de Invierno Pyeongchang 2018.
“Fue increíble, seguía nevando cuando nosotros llegamos ahí, inclusive, recuerdo que a mi abuelito se le venía patinando el automóvil porque ya no subía más. Para mí fue una emoción que la comparo con la primera vez que estuve consciente de lo que era el mar.
“Realmente fue una emoción tremenda, porque te bajas del coche y la nieve te está cayendo entonces ves los copos cómo se van formando en tu mano. Fue una emoción tremenda”, rememora nostálgico Madrazo en entrevista con RÉCORD.
Precisamente, su abuela materna, quien lo llevaba a sus competencias de natación, vaticinó que Germán competiría en la máxima justa deportiva.
“Ella es la que me decía ‘tú vas a ser olímpico’, a lo que yo le contestaba ‘vamos a ir juntos’, pero murió cuando tenía 12 años. Cuando estaba en el hospital le prometí llevarla a las Olimpiadas y fue la última vez que la vi. Salí de ahí y murió a los pocos minutos”, recordó.
Sin embargo, cumplió su promesa a los 43 años de edad en los Juegos de Invierno de Pyeongchang, en febrero pasado, donde llegó a la meta en la posición 116 y captó la atención mundial al cruzar con la Bandera de México, festejando por haber concluido la carrera.
“Ese era un momento de máxima y absoluta cúspide, de felicidad en mi vida y reflejaba lo feliz que estaba por haber cumplido una meta tan grande y tan casi imposible”, dijo.
Tras cruzar la meta de los 15k de ski con la bandera, Germán fue levantado por sus compañeros y abrazado por el campeón de la prueba, el suizo Dario Cologna, imagen que mostró el espíritu olímpico.