Las mujeres han roto barreras y estereotipos en el mundo del deporte, abriendo brechas y convirtiéndose en importantes referentes, sus nombres han quedado grabados en la historia, pero hay uno en especial que marcó la pauta de ese camino del ejercicio femenino en México y fue Soraya Jiménez Mendivil.
Hace 18 años, la halterista pintó de tricolor el Centro de Convenciones y Exposiciones de Sydney al hacer historia por convertirse en la primera mexicana en colgarse una medalla de oro en Juegos Olímpicos haciendo sonar el Himno Nacional Mexicano el 18 de septiembre del 2000.
Soraya se trasformó en un ícono de esta disciplina al dejar plasmada su marca en la categoría de -58 kilogramos al levantar 222.5 kg en total (95 de arranque y 127.5 de envión) y vencer a la norcoreana Ri Song Hui y la tailandesa Khassaraporn Suta.
Gracias a ese glorioso triunfo, la pesista abrió las puertas para que otras mujeres comenzaran a practicar este deporte, mismas que también dieron grandes satisfacciones a nuestro país en Juegos Olímpicos.
Tal fue el caso de Damaris Aguirre (categoría 75 kg) y Luz Mercedes Acosta (categoría 63 kg) que se colgaron el bronce en Beijing 2008 y Londres 2012, respectivamente; sin embargo, para ambas sus medallas llegaron tardías, pues en las esas competencias se registraron casos de dopaje de otras atletas que hicieron que las mexicanas accedieran al podio.
De esa manera, Soraya Jiménez, oriunda del Estado de México, marcó el inicio de una constante cosecha de preseas de las atletas mexicanas en las justas olímpicas, que precidieron Ana Guevara, Belem Guerrero, Iridia Salazar, Paola Espinosa, Tatiana Ortiz, Alejandra Orozco, Aída Román, Mariana Avitia, Laura Sánchez, Guadalupe González y María del Rosario Espinoza, ésta la deportista que otorgó el segundo oro femenino para nuestro país en Beijing 2008.
Sin embargo, pese a que el oro obtenido en Sydney 2000 fue el primero que consiguió una atleta tricolor en unos Juegos Olímpicos, previamente en México 1968, la esgrimista María del Pilar Roldán y la nadadora María Teresa Ramírez subieron al podio al lograr la plata y bronce, respectivamente.
La sorpresiva muerte de Soraya, el 28 de marzo de 2013, a los 35 años de edad por un infarto al miocardio estremeció al mundo del deporte, pero su legado en la halterofilia y en el deporte en general es imborrable al dejar grabado su nombre con letras doradas.