El espíritu que los ha levantado de los peores momentos y la garra de la que tanto habían hecho alarde los Pumas, desaparecieron cuando más los necesitaban y ayer en Seattle, teniendo en sus manos la posibilidad de se los campeones de la Concacaf, acabaron siendo unos felinos apagados, sin fiereza, sin todo eso que les había caracterizado últimamente y que justo esta vez debían demostrar, pero no pudieron.
Un capítulo obscuro se volvió a escribir en la historia de Pumas. Diez y seis años después volvió a fracasar en la Liga de Campeones de la Concacaf. Aquella vez perdieron la Final ante el Saprissa y ahora lo hicieron con el Seattle Sounders. Habían sido el último equipo mexicano en perder la Concachampions y el primero en perderla con un equipo de la MLS.
No hay plazo que no se cumpla y llegó el día en que Pumas tenía la oportunidad de escribir una página más en su historia de triunfos. Entonces, se dio el dilbatazo inicial y comenzó el juego; sí, el Seattle Sounders se veía dueño de su campo; sin embargo, las opciones más claras las tuvo Universidad.
En Juan Ignacio Dinenno y Washington Corozo, Pumas tuvo dos posibilidades sumamente claras de ponerse adelante en el marcador, pero perdonaron. Entonces, apareció el que no perdona, el hombre gol del Sounders: Raúl Ruidíaz; el que fue dos veces Campeón de goleo en la Liga MX, y quien aprovechó un error de la defensa felina, disparó, la pelota le pegó en la mano a Diogo y acabó en el fondo de la red. Ya ganaba Seattle y ahí no quedaría todo.
Pumas no tuvo capacidad de reacción. Sí Andrés Lillini movió piezas, pero nada funcionó; parecían otros felinos a los que se habían visto a lo largo de la Concachampions.
Batallaban con el pasto sintético; su delantero (Dinenno) estrella estuvo apagado, el mismo que acabó como líder de goleo del torneo, pero en la Final no brilló. Nada le salió bien a Pumas, no así a Seattle que vivió una auténtica fiesta gracias a Ruidíaz y Nicolás Lodeiro, quienes a diferencia de Pumas, no perdonaron, el peruano y el capitán local, marcaron los goles dos y tres en la recta final del juego, y el Lumen Field explotó.
A partir de ahí, Pumas se derrumbó, ya no había forma ni tiempo, y aparentemente ni ganas de arreglar la situación.
Al final, todo contrastante. Mientras Seattle celebraba a lo grande su primera Concachampions, los jugadores Universidad terminaron en la cancha derrotados y entre lágrimas, sabiendo que pudieron hacer más por ellos y por su gente.
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