El próximo 23 de julio se cumple un año de que Andrés Lillini tomó la dirección técnica de Pumas y en ese tiempo ha vivido con más intensidad, pasión e incluso estrés que lo ha hecho dormir menos, tener la piel más ‘gruesa’ ante las críticas y hasta perder el cabello; sin embargo, todo ha valido la pena.
“Seguro que sí (es el año más intenso en su carrera) porque es continuamente tener obstáculos, tener momentos buenos y tratar de sostenerlos, tener momentos malos donde quizá más se aprende y no perder el rumbo, la intensidad es además propia de mi vida, ha sido un año donde se me ha caído bastante al pelo.
“Sí creo que soy mejor, sumé mucho conocimiento del que tenía, la piel se me hizo un poco más de cocodrilo para aguantar las situaciones no internas sino externas. Duermo muy poco, me cuesta dormir, pero duermo tranquilo porque el técnico va teniendo parámetros que no sólo son resultados. En resumen, feliz por tener el privilegio de ser entrenador de este club”, dijo a RÉCORD.
Y aunque pudiera creerse lo contrario, hay cosas buenas en Pumas que han ocurrido con Lillini al mando, y él mismo las detalló: “Mi primera función era que los jugadores individualmente fueran mejores y lo logramos; se fue Carlos González vendido en un dinero muy bueno para el club, se fue Juan Pablo Vigón.
“Hubo jugadores que venían de otros torneos con niveles no muy altos y se les hizo trascender, jugadores que han ido a la Selección como Talavera y Johan Vásquez que era suplente Monterrey; Alejandro Mayorga que vino a préstamo no jugando en Chivas y terminó yendo a la Selección; la consolidación de Jerónimo Rodríguez, Erik Lira, Carlos Gutiérrez, o un hombre muy importante como Juan Dinenno qué se terminó de consolidar aquí en Pumas”, explicó.