La tristeza es evidente. Años de constancia y trabajo han quedado en el olvido. El fin del Estadio Azul significará también la conclusión de un ciclo para cientos de trabajadores que mantenían en el inmueble celeste su principal, o única, fuente de trabajo.
“Han sido 10 años de mi vida los que he estado aquí en el Azul. Es triste que ya no seguiré más, ahora me quedaré sin trabajo y no tengo algo seguro para el futuro. No soy sólo yo, tan sólo en cuanto a la limpieza del inmueble somos decenas de personas las que nos quedaremos sin empleo”, reveló Benjamín Negrete, encargado de la limpieza de uno de los baños del Azul, quien destacó que ni él ni sus compañeros tendrán lugar en el Azteca, futuro hogar celeste.
“La posibilidad de mudarnos con el equipo al Estadio Azteca no existe porque allá ya tienen a personal contratado y no hay lugar para nosotros”.
Pese a que existe quien sí encontrará acomodo como comerciante en las inmediaciones del Coloso de Santa Úrsula, el ingreso perdido por las ventas del Azul significará un golpe duro al bolsillo.
“Aquí ya tengo como 20 años, o más, de esto vivo. Aunque también estoy en el Estadio Azteca, ésa será ahora mi única entrada económica”, reveló el comerciante de artículos de Cruz Azul, Miguel Campero.
Las tortas ‘El Azul’, negocio ubicado justo frente al recinto cementero, será, como muchos otros, uno más de los perjudicados, pues perderá una venta segura de cientos de tortas preparadas para la afición que se daba cita en los encuentros.
“Sin partidos habrá sus bajas. Entre semana vendemos entre 70 u 80 tortas, porque casi no tenemos clientes vecinos, en cambio un día de partido las ventas eran entre 300 o 350 tortas”, aseguró Aaron Sandoval, responsable del negocio.