Hay muy pocos futbolistas con el impacto en los últimos tiempos en el Atlético de Madrid de Marcos Llorente, que irrumpió en el segundo tiempo para marcar la diferencia contra el Valladolid, primero como el propulsor indudable del 1-0 de Thomas Lemar y después como el imparable goleador del 2-0 definitivo ante un buen adversario.
En el primer tiempo, Vitolo Machín, al que el técnico volvió a cambiar al descanso, hizo de Yannick Carrasco. Y Felipe Augusto, de José María Giménez. Pero nadie hizo de Jorge 'Koke' Resurreción, al que Diego Simeone rotó de inicio mientras asoman Salzburg y el derbi. Ni Saúl Ñiguez ni Héctor Herrera ni Thomas Lemar, en una especie de triángulo anodino, sin la claridad ni el manejo del sensacional momento actual del capitán. Ni nadie hizo de Joao Félix, hoy crucial en las mejores versiones del equipo rojiblanco, muchas este curso. Ni nadie, sobre todo, rompió como lo hace Marcos Llorente, con su veloz desborde y, después, cuando entró al campo, con un protagonismo incontestable.
En la temporada del cambio actual, más reconocible que nunca en el estilo y más allá del simple fichaje de Luis Suárez, han sido contadas las ocasiones en las que el Atlético ha sentido tal apuro de inicio para dominar y crear ocasiones. El Villarreal quizá nada más, pero con un conformismo que no tuvo este sábado el Valladolid, que presionó más, con más determinación y con más idea de atacar.
No le pesó al bloque de Sergio González la pelota cuando dispuso de ella. Ni tampoco cuando cruzó el medio campo, cuando normalmente la precisión, el atrevimiento y la imaginación son un valor incalculable frente al orden del adversario. Es muy complejo sortear una defensa como la del Atlético, pero lo intentó con la convicción que a otros muchos les falta. Tiró mucho desde fuera, nada de cerca, pero al intermedio el partido era de tú a tú, competido y empatado.
No es tampoco nada sencillo reducir al conjunto rojiblanco a la nada en el remate en todo el primer tiempo. Ni siquiera un goleador como Luis Suárez, de vuelta tras superar la Covid-19 y cuatro partidos de baja e igual de embarullado que todo su equipo entre el compacto armazón del Valladolid cuando se replegó. No fue una cuestión de pegada, como otras veces, sino de creación y claridad.
Hasta que Thomas Lemar marcó al minuto 55. Lo mejor de la jugada, en cualquier caso, fue el pase de Llorente a la profundidad de la banda a Kieran Trippier. A su centro no llegó Suárez. Sí Lemar. Fue el 1-0. No marcaba un gol desde abril de 2019. Hace año y medio: 46 partidos.
Dos ocasiones, Correa había cruzado demasiado antes un tiro claro, y un gol. Si al Atlético se le intuía falta de efectividad en ataque en los últimos cuatro duelos, con 55 remates para nada más tres tantos, este sábado fue todo lo contrario. Al tercero, además, llegó el 2-0 de Llorente, al que le bastó un despeje largo de Jan Oblak y un toque de Trippier para hacerse el dueño indudable del triunfo.