Apenas unos minutos después de ser contratado como técnico de Leicester, Brendan Rodgers ocupó una butaca en el King Power Stadium con la intención de mirar de cerca el desempeño de su nuevo equipo. Seguramente quedó satisfecho con lo que atestiguó.
Leicester cortó una racha sin victoria que se remontaba al 1 de enero y superó el martes 2-1 a Brighton en la Liga Premier, lo que ilustró quizás la motivación de los jugadores por impresionar a su nuevo estratega, quien llega procedente del club escocés Celtic al que dejó a medio torneo.
Gracias a la victoria, los Foxes se colocaron 11 puntos encima de los tres últimos peldaños. Así, difícilmente Rodgers deberá librar una batalla contra el descenso en los últimos meses de la temporada.
En vez de ello, su tarea a partir de este miércoles, cuando tome formalmente el cargo, consistirá en explotar mejor el talento de un plantel que había perdido el rumbo bajo el mando de su antecesor Claude Puel durante los últimos meses. Tal vez será incluso posible que el equipo vuelva a desafiar a los pesos pesados de la liga, tal como ocurrió en 2015-16, cuando se coronó dando una de las mayores sorpresas en la historia del deporte.
La productividad de Jamie Vardy fue una clave de aquel título, y el delantero mostró a Rodgers, ex técnico del Liverpool, que conserva visión de gol. Anotó el tanto que significó a la postre la victoria, tras recibir un pase de James Maddison y definir rasante a los 63 minutos.
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Ello significó el 2-0 tras la diana de Demaray Gray a los 10 minutos, y la única respuesta de Brighton no llegó sino a los 66, con un gol de Davi Propper, pese a que los visitantes tuvieron muchas oportunidades en un duelo abierto.
Con el resultado, Leicester evitó lo que hubiera sido su quinta derrota consecutiva en casa, algo que no le ocurre desde 1959.
