El Leganés de Javier Aguirre no pudo alejarse de la zona de descenso en la Liga de España luego de caer en casa por 1-2 ante el Real Valladolid en actividad de la jornada 28, primera desde la suspensión por la pandemia de coronavirus.
Como si tuviera un pálpito o un mal presentimiento el técnico local Aguirre, que optó por fortificar el once en el arranque con un dibujo compuesto por cinco defensas y cuatro centrocampistas, había insistido durante la rueda de prensa previa en la necesidad de mantener la concentración para no cometer errores innecesarios.
Un balón sin aparente peligro que venía desde el centro del campo llegó a esa tierra de nadie en las inmediaciones de la media luna a la que tiene que salir el portero para despejar o donde tiene que controlar la situación uno de los defensas.
Cumplieron con su cometido tanto el 'Pichu' Cuéllar como el nigeriano Chidozie Awaziem pero lo hicieron sin pensar el uno en el otro. El resultado fue un cabezazo hacia atrás del zaguero que pilló al guardameta fuera de sitio. El turco Enes Ünal, que había acudido a la presión más por obligación que por fe, se encontró con un regalo que llevó a las mallas con comodidad.
Antes del descanso la tuvo también Carrillo al mandar fuera en una ubicación cómoda pero en posición de cierto escorzo una dejada de cabeza de Kenneth Omeruo posterior a un centro preciso desde el costado diestro de Roque Mesa.
Tras el paso por vestuarios Aguirre optó por retirar una pieza en la retaguardia, Bustinza, para sumar otra en la ofensiva, Assalé. Eso y la 'inyección' de adrenalina que seguramente le puso el mexicano a los suyos en el vestuario les hizo dar un paso al frente.
Una gran internada de Óscar Plano por el carril derecho le llevó hasta la línea de fondo, desde donde trazó un centro que desvió Cuéllar hacia el corazón el área. El esférico le cayó franco a Raúl García para que ejecutara a su ex equipo, pero no acertó a rematar este. Si lo hizo Alcaraz, quien le pegó con el alma y la incrustó en la portería
Al gol esta vez sin embargo le sucedió el silencio, una agonía que el anfitrión encaró con buenas formas pero carente de dinamita. Se sucedieron un cabezazo de Carrillo que se perdió desviado, un tiro de Óscar Rodríguez desde casi el centro del campo que botó delante de Masip y este blocó con solvencia y un disparo lejano de Ruibal que corrió el mismo destino.