Islandia estuvo cerca de amargar a los ingleses este sábado y solo un penalti en el tiempo añadido salvó a los de Gareth Southgate, que vieron, además, cómo los islandeses fallaron una pena máxima.
El encuentro se decidió por dos penaltis en el tiempo añadido, uno marcado por Inglaterra y otro posterior fallado por Islandia.
Un empate hubiera sido suficiente para Islandia, pero no para Inglaterra, que tras diez meses fuera del futbol internacional retornó con una imagen aburrida y sosa.
Durante los primeros 45 minutos, los ingleses mantuvieron la pelota e Islandia solo creó peligro a balón parado con alguna falta y algún córner que acabó en nada.
La defensa de Islandia, que prácticamente estaba formada por los once jugadores, se limitó a esperar atrás, repeliendo las tímidas y poco creativas llegadas de Inglaterra.
Solo los más optimistas confiaban en que Islandia tratase de hacer otra cosa en los segundos 45 minutos. Sin ningún tipo de presión, los nórdicos siguieron parado atrás y los ingleses no aprovecharon su superioridad.
Ante la impotencia de no superar el muro islandés, Walker, que ya tenía una amarilla de la primera parte, se lanzó como un loco al suelo y cometió una falta que le supuso la segunda tarjeta.
Lo cierto es que el guión apenas cambió. Islandia se atrevió algo más, pero dando el empate por bueno, y a Inglaterra no es que le afectara mucho la expulsión, porque seguía sin ser capaz de penetrar las tres líneas defensivas montadas por Islandia.
Pero en un córner en el último minuto, Ingason bloqueó con una mano un disparo de Sterling y el árbitro concedió el penalti. El propio Sterling lo convirtió, pero no estaba todo dicho. A Islandia le quedaba un último pelotazo al área y Gomez derribó a un delantero islandés. El árbitro lo vio, decretó penalti y Bjarnason lo mandó por encima del larguero.
Los ingleses salieron de Reikiavik con los tres puntos y lideran el Grupo B con un triunfo a la espera de que jueguen Dinamarca y Bélgica.
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