La celebración de la Copa América de nuevo está en la cuerda floja. Luego de que Argentina y Colombia fueron descartadas como sedes del torneo, Brasil alzó la mano para convertirse en anfitrión, sin embargo, los altos índices de contagios por covid podrían truncar la iniciativa.
Pese a que la Conmebol anunció que la competencia se llevaría a cabo en Brasil, el gobierno de este país puso en duda la afirmación y el ministro de la Casa Civil, Luiz Eduardo Ramos, declaró que “no hay nada seguro”, mientras que el presidente brasileño, Jair Bolsonaro y la Confederación Brasileña de Futbol no se han pronunciado al respecto.
Los titubeos se deben a que es la segunda región con mayor número de contagios de coronavirus, sólo por detrás de la India, y el registro de casos va en aumento, suman 460 mil fallecidos e incluso se espera una tercera ola; aún con todo esto deberán recibir a funcionarios, periodistas y a los representativos de 10 equipos sudamericanos.
A este complejo panorama se suma la investigación de la que es blanco Bolsonaro debido al manejo que ha tenido de la pandemia y los senadores que se oponen a recibir este certamen solicitaron que el presidente de la CFB, Rogério Caboclo, justifique la decisión de acoger el torneo.
Pero la confederación se ha mostrado hermética, aunque Ramos, aseguró que de llevarse a cabo este evento no tendrán público, cada delegación se limitará a 65 personas y contar con la vacuna será indispensable, mientras tanto, la Conmebol solicitó que se tengan las condiciones óptimas para el desarrollo de la copa.
“Mientras la pandemia continúa debilitando a los servicios de salud pública en la región, FIFPRO solicita respetuosamente a la CONMEBOL que tome todas las medidas requeridas para asegurar que la competición no ponga en riesgo a los jugadores”, dicta el comunicado.
Con el inicio de la Copa América a la vuelta de la esquina, autoridades sanitarias de Brasil recomendaron evitar el ingreso de extranjeros al menos por 14 días para evitar la propagación del virus y de nuevas sepas.