Colombia organizó solo una vez la Copa América. Fue en 2001 y tuvo que vencer muchas dificultades debido a la situación que vivía el país.
Las negociaciones entre el gobierno y los grupos guerrilleros se habían estancado. La violencia política aumentó y se volvió cada vez más urbana con la participación de grupos paramilitares. Los colombianos continuaron huyendo de su país en cantidades récord. En el primer semestre del año se reportaron decenas de masacres, asesinatos de civiles y de dirigentes sindicales.
En Medellín, donde Argentina y Uruguay tenían fijado su sede, seis meses antes del inicio de la Copa había explotado un carro bomba en un centro comercial dejando seis muertos y más de 100 heridos. Además, los guerrilleros habían amenazado a la embajada argentina y secuestrado a un funcionario organizador del certamen.
La Conmebol le exigió al gobierno que garantizara la seguridad, presionada también por los contratos televisivos y los apoyos comerciales. El presidente Andrés Pastrana dijo que quitarle el torneo a Colombia sería “el peor de los atentados” y aseguró: “Los colombianos vamos a cambiar bombas por goles”.
Al final, decidieron continuar y juntos impulsaron el lema del torneo: "La Copa de la paz".
Argentina rehusó participar dos días antes del inicio aduciendo la inseguridad. El equipo dirigido por Marcelo Bielsa arrasaba en las eliminatorias rumbo al Mundial de Corea-Japón y muchos la consideraban como el mejor del mundo. Por ejemplo, un mes antes de la Copa habían goleado 3-0 a Colombia en un partido donde, en medio de rumores de cambio de sede, los jugadores cafeteros salieron portando una bandera que decía “Paz en Colombia”.
Cabe anotar aquí que 10 años más tarde, en 2011, cuando debía organizar de nuevo el torneo, Colombia viviría también una zozobra social y política en medio de la crisis del coronavirus. Hubo protestas populares, encabezadas por exfutbolistas famosos como Faustino Asprilla, por considerar que el torneo era un dispendio económico. A diferencia de los ocurrido en 2001, la Conmebol decidiría cancelar a Colombia y darle la organización a Brasil.
Para la Copa América de 2001, Colombia había tenido que invertir 110 millones de dólares para remodelar estadios. El torneo dañado por la ausencia albiceleste estuvo cercado militarmente y se pudo cumplir sin contratiempos en la seguridad. Aunque hubo algunas cosas que no salieron tan bien dentro de la organización.
La selección de Honduras fue convocada la noche antes de la inauguración y tuvo un día para reunir a los jugadores y viajar luego en un avión militar fletado por el gobierno.
La mascota que había sido diseñada en Miami, inspirada en el manga japonés e invocando cualidades de históricos jugadores fue uno de los fracasos de la organización. “Ameriko”, era un extraterrestre originario del planeta Ko, según explicaron sus creativos. Tuvo tan poca acogida popular que solo se le vio en el partido inaugural y desapareció del resto del torneo.
Colombia llegó a la final. El rival sería México, dirigido por Javier Aguirre. El estadio del Campín de Bogotá estaba lleno aquel 29 de julio. Eso no era lo extraordinario dadas las circunstancias y las expectativas. La mayor sorpresa cayó del cielo y no fue una sola, sino cuatro.
Ya había empezado el partido cuando el árbitro paraguayo decidió suspenderlo por una invasión a la cancha, pero no del público, como suele suceder, sino de tres paracaidistas del ejército colombiano que eran parte de la ceremonia de clausura que llegaron bastante tarde al centro del campo. Y, todavía, un cuarto militar cayó unos minutos después sobre el banderín del córner aplastando a más de un fotógrafo.
Lo insólito dejó luego paso al desarrollo del encuentro. Un gol de cabeza del internacional Iván Córdoba a los 65 minutos rompió el partido y dio la victoria a los locales sobre México que terminó con 9 jugadores.
Para felicidad de todo un país herido, los colombianos se coronaron por primera vez campeones de América con una marca todavía insuperable: ganaron los seis partidos del torneo y no recibieron ningún gol.