Julio César Chávez tuvo más de 100 peleas en su carrera, pero pocos fueron los rivales capaces de provocar su furia. Sin embargo, hubo uno en particular que desencadenó un enfrentamiento explosivo y despertó en el boxeador mexicano un deseo ferviente de causarle un daño profundo: el estadounidense Greg Haugen y todo por Rebeca de Alba.
A finales de 1992, Haugen desafió a Chávez, quien era una de las mayores figuras del boxeo a nivel mundial en ese momento. Sin embargo, en lugar de emplear un enfoque respetuoso, el púgil estadounidense optó por utilizar palabras ofensivas, menospreciando los logros de Chávez y cuestionando la calidad de sus oponentes. Además, dudó abiertamente de la capacidad de los mexicanos para llenar el Estadio Azteca, donde se llevaría a cabo el esperado combate en febrero de 1993.
Estos intercambios provocaron tensiones y roces constantes entre ambos boxeadores cada vez que se encontraban. Durante una entrevista en los foros de Televisa, con la presencia de Antonio de Valdés, Jorge Berry y Rebeca de Alba, la situación llegó a su punto máximo y Chávez se convirtió en el defensor inesperado de De Alba.
En un clip compartido por De Valdés, se puede apreciar cómo Berry pregunta a De Alba si ella sería la encargada de presentar cada round de la pelea, mientras Haugen expresa sorpresa al enterarse de la participación de De Alba en la entrevista. Ante esta situación, De Alba, con determinación, responde: "Yo soy parte del programa y puedo formar parte de la entrevista en el momento que lo crea conveniente".
Chávez, visiblemente molesto por el desvío de atención y la actitud irrespetuosa de Haugen hacia De Alba, interviene rápidamente para defender a la conductora. Le aclara a su oponente que el conflicto es entre ellos dos y que no debe involucrar a De Alba en sus diferencias. Este gesto inesperado por parte de Chávez demuestra su carácter y su disposición a proteger a quienes considera injustamente atacados.
La rivalidad entre Julio César Chávez y Greg Haugen adquirió una nueva dimensión durante aquella entrevista, dejando en claro la intensidad de los sentimientos que los unían. Más allá de su feroz deseo de derrotar a Haugen en el ring, Chávez mostró su integridad al no permitir que Rebeca de Alba se viera envuelta en su confrontación.