En tiempos antiguos, antes del avance tecnológico actual, los campesinos y agricultores confiaban en las cabañuelas para anticipar el clima del año. Durante los primeros 12 días de enero, este método, con raíces en las culturas maya y azteca según el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), les proporcionaba una visión crucial para planificar siembras y cosechas.
Las cabañuelas, vinculadas a un calendario de 18 meses, eran utilizadas para prever las condiciones climáticas de los meses subsiguientes. Este sistema demostró su eficacia en la antigüedad, consolidándose como una herramienta fiable para la planificación agrícola.
El 5 de enero, particularmente ventoso este año, ha llevado a muchos a reflexionar sobre las cabañuelas. Según la lógica de este método, este día ofrece un adelanto del clima que se experimentará en mayo, el sexto mes del año y precursor de la temporada de lluvias.
Aunque en las áreas urbanas la palabra "cabañuelas" podría ser poco conocida, en comunidades rurales persiste su uso. Algunos incluso extienden la observación a 24 días de enero, intentando visualizar el clima no solo para el año en curso, sino también para el siguiente, adoptando una perspectiva de ida y vuelta en el calendario.
Con el avance tecnológico, la ciencia y los cambios climáticos, las cabañuelas, a pesar de su legado, enfrentan desafíos en cuanto a su precisión. Aunque han perdido terreno ante métodos más modernos, muchas personas aún recurren a ellas para prever el clima en este 2024 que apenas ha comenzado.
A pesar de la disminución de su exactitud, las cabañuelas perduran como una tradición arraigada, reflejando la conexión entre el pasado y el presente en la búsqueda humana por entender y anticipar el clima que moldea nuestras actividades diarias.
