La NBA nos ha regalado historias dignas de contar a lo largo del tiempo y el final de temporada regular nos brindó una que seguramente quedará marcada como la aventura que será recordada por muchos años, donde un jugador de los Lakers es el protagonista.
Su nombre es Andre Ingram, tiene 32 años y en el juego frente a los Houston Rockets del pasado martes hizo su debut en la liga de basquetbol profesional, hecho que provocó que todos los reflectores del mundo voltearan a ver su caso, el cual es muy singular.
Normalmente los jugadores que rebasan la barrera de los 30 años ya piensan en dejar las duelas en un futuro cercano; sin embargo, para Ingram apenas es el comienzo de su carrera en el deporte ráfaga de los Estados Unidos, pues tras pasar 10 temporadas en la G-League, competencia de promesas de la NBA, por fin recibió la oportunidad de disputar un encuentro en la máxima categoría del baloncesto.
El martes, al momento de reunirse con los directivos de su equipo, el South Bay Lakers, filial de la franquicia californiana, recibió la que tal vez es la mejor noticia de su vida, firmar un contrato de dos partidos con el equipo de Luke Walton, mismo que lo emocionó hasta las lágrimas.
Ingram se plantó en la duela del Staples Center para una noche mágica, donde disputó 29 minutos y logró anotar 19 puntos, el segundo mejor jugador de los Lakers, sólo después de Josh Hart y por su puesto se llevó los aplausos del público que se enteró de la gran historia del jugador.
Con algunas canas sobre el cabello, pero novato al fin, Andre Ingram será uno de los temas a seguir en los próximos meses, pues el sabor de boca que ha dejado es grato y no sería descabellado encontrarlo en el roster de los angelinos en la siguiente campaña.
