En el Rose Bowl de Pasadena se disputa más que el pase a la Copa Confederaciones. Desde varias horas previo al silbatazo inicial, miles de mexicanos y estadounidenses se enfrascaron en un duelo por el orgullo que parece no tener fin.
De manera intensa, pero siempre pacífica, la afición de ambas selecciones ha rodeado el inmueble que albergará un cotejo de vital importancia para las aspiraciones deportivas y económicas de los equipos pertenecientes a la Concacaf.
Como en cada duelo de inmenso colorido, abundan los disfraces, máscaras y banderas alusivas al conjunto de las barras y las estrellas y a los distintos íconos que se relacionan con el equipo tricolor.
Cada bando enaltece sus respectivos logros más recientes a últimas fechas. Los estadounidenses no dejan escapar el recuerdo del "Dos a cero" y los seguidores del Tri se enfundan en la bandera nacional y el orgullo de haber conquistado la última Copa Oro.
Sobre la cancha y desde la tribuna, el objetivo es claro: Imponer respeto y comenzar a fraguar una supremacía a defender durante las próximas eliminatorias mundialistas. El pase a Confederaciones está en el aire, y la afición no dará tregua... al menos durante las próximas horas.
