La elegancia hecha futbol, eso era Zinedine Zidane, el Mago francés.
Un hombre que hacía ver fácil lo difícil y que a cada toque dejaba ver su indudable e inmejorable relación con la pelota; hacía magia con sus botines en cada palmo del terreno y fue el encargado de romper con la creencia de que los hombres altos carecían de técnica.
Zizou forma parte de la selecta lista de los mejores jugadores de todos los tiempos, ya que su indudable talento y la facilidad con la que se desenvolvía dentro del campo, sumado a todo lo que ganó, hizo que esté entre los más grandes de la historia.
Un hombre que brilló con luz propia en su selección nacional y que la llevó de la mano rumbo a la máxima gloria: la Copa del Mundo, la cual ganaron los franceses en suelo propio, lo que hizo este logro todavía más significativo. De hecho, aquella edición de 1998 en tierras galas pasó a la historia como el ‘Mundial de Zidane’.
Sin embargo, la luz del astro francés se vio opacada en algunos capítulos de su era como jugador profesional, pero ni con ello se empañó la brillante carrera de Zizou.
El más claro ejemplo es el cabezazo que le dio a Marco Materazzi en la Final de la Copa del Mundo de Alemania 2006, cuando se enfrentaron a Italia; además de haber salido expulsado en el tiempo extra, tuvo que quedarse con el mal sabor de boca de haber perdido.
Hoy por hoy, Zidane está dentro del grupo de hombres ‘tocados por Dios’ para dominar una pelota. El francés ya es parte de las figuras que, como Maradona, Pelé, Di Stéfano y Cuyff, marcaron una época en el balompié internacional.