En Bélgica quieren volver a dar un golpe de autoridad ante Túnez, asegurar su participación en la siguiente ronda del Mundial y de paso confirmar que la apuesta de una propia identidad del futbol belga es una realidad.
Fue a partir de la Copa del Mundo de Francia 98, cuando los dirigentes del balompié de aquel país decidieron transformar su estilo de juego, queriendo evitar repetir la manera de jugar de sus países vecinos: Holanda y Francia.
“La Federación hizo un gran trabajo desde el año 1999 o 2000 para unir al futbol belga y subsanar su falta de identidad. En esa época había dos grandes escuelas, la francesa y la holandesa, dos patrones muy distintos pero muy cercanos al de Bélgica”, comentó el entrenador de los Diablos Rojos, Roberto Martínez.
De ahí, parte también la idea de tener de cerca a una figura histórica que haya marcado una época en el futbol, razón por la cual se decidió que el exfutbolista francés, Thierry Henry, se uniera como parte del cuerpo técnico, para poder motivar a los jugadores y poder compartir su experiencia.
“Me gusta trabajar con Henry como ayudante porque aporta una dosis de ilusión, motivación y sobre todo que es un gran ejemplo por su experiencia. Thierry entiende al futbolista como nadie, ha ganado un Mundial y una Eurocopa con Francia, era la persona perfecta para ayudar a desarrollar este proceso”, declaró el estratega de origen español.
