El Atlético de Madrid y el Porto decidieron llevar su partido al final extremo, pues las tres anotaciones ocurrieron entre el 90’ y los 100 minutos de tiempo corrido.
El agregado de 9 minutos, principalmente por la gran cantidad de faltas, fue la suma exacta para darle emociones al juego.
Mario Hermoso al 90’ marcó el parecía el fin del marcador; el español picó la pelota con la suficiente altura para superar al arquero, pero sin salir del arco.
La voltereta de emociones fue a tiempo récord, ya que el mismo Hermoso infirió en una jugada donde involuntariamente el balón golpeó su mano; la pena máxima fue cobrada por Mateus Uribe al 95’. El empate era inminente, pero Griezmann tenía la última palabra.
La clásica fórmula que el doble contacto en un centro aumenta la capacidad de peligro se hizo presente; el saque de esquina fue recentrado hacia la posición de Antoine, quien sin tiempo y sin espacio, la conectó con la cabeza hasta el fondo de las redes.