El Gobierno de los Estados Unidos, encabezado por el presidente Donald Trump, se ha convertido en el enemigo público número uno para muchas personas, países, instituciones y, ahora, para algunas de las universidades más importantes del país.
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Harvard, una de las instituciones académicas más prestigiosas del mundo, habría recibido una carta por parte del gobierno estadounidense solicitando diversas reformas: desde cambios en su estructura de liderazgo hasta modificaciones en sus políticas de admisión.
Ante dichas exigencias, la universidad se negó rotundamente. Como respuesta, el presidente Trump decidió congelar más de 2 mil millones de dólares que formaban parte del presupuesto de Harvard. Ante esta acción, la institución se vio obligada a demandar al Gobierno de los Estados Unidos, con el objetivo de detener la cancelación de fondos.
Harvard responde a Trump con demanda.
Mediante un comunicado oficial, Alan Garber, rector de Harvard desde 2011, expresó: “Hace unos momentos, presentamos una demanda para detener la congelación de fondos porque es ilegal y excede la autoridad del Gobierno”.
Esta medida provocó una ola de reacciones dentro del ámbito académico y político de Estados Unidos.

Universidades de Estados Unidos alzan voz.
Directivos y profesionales del sector educativo, pertenecientes a diversas universidades, firmaron un documento en el que critican y cuestionan las interferencias del Gobierno federal en la autonomía universitaria.

“Como líderes de las universidades y sociedades académicas estadounidenses, nos pronunciamos al unísono contra la extralimitación gubernamental y la interferencia política sin precedentes que ponen en peligro la educación superior. Estamos abiertos a una reforma constructiva y no nos oponemos a la supervisión gubernamental legítima. Sin embargo, debemos oponernos a la intromisión indebida del Gobierno en la vida de quienes estudian, viven y trabajan en nuestros campus”, se lee en el documento respaldado por la Asociación Americana de Colegios y Universidades.