Luis García
El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.
Alan Cervantes, refulgente
Tu andar junto a la pelota todavía resulta corto, debutaste apenas hace una tercia de años, y acabas de cumplir 23 años. Pero aun así empiezas a manifestar maneras que emocionan e ilusionan.
Tienes una buena formación deportiva, ya que jugaste en las categorías Sub 15, Sub 17 y Sub 20, así como en el equipo de la Segunda División de las Chivas, incluso en Selección Nacional fuiste el capitán en el Mundial Sub 20, en Corea del Sur, es decir, tu crecimiento ha sido gradual, has pasado por los escaños necesarios para darle orden y estructura a tu carrera.
Después de tus primeros escarceos en Chivas fuiste prestado sin opción a compra al León, este tipo de negociaciones no creo que sean las correctas, ya que los futbolistas emigran a otros lares sabedores de antemano que no hay ni la mínima posibilidad de permanecer, en fin.
Tras regresar a tu lugar de origen no pudiste explotar, aunque cuando fuiste utilizado de revulsivo, lo hiciste de impecable manera. Creo que funcionabas tan bien como recambio, que terminó jugando en tu contra por que pocas ocasiones se te considero como titular cuando estoy cierto pudiste pugnar por ese sitio sin mayor problema, la competencia interna en ese entonces no era tan abrasiva. Aun así dejaste notas de que tú y el balón se llevan bastante bien, aspecto que sigues manifestando en tu nueva entidad, Santos.
Para que un futbolista triunfe, sin importar la demarcación, deben conjuntarse múltiples situaciones, son demasiadas y disímiles voluntades las que intervienen en un equipo de futbol, tanto de compañeros, entrenadores y dirigentes. Y aunque exista una visible prioridad, que es la de ganar partidos y campeonatos, existen prioridades particulares que son medulares, y que en ocasiones resultan complejo fusionar con las colectivas.
Tú arribaste a una buena institución, si bien es cierto ya no es la organización que hace algunos ayeres desbordaba poderío económico sin el menor rubor, sí han sabido construir una salubre infraestructura humana y deportiva que sirve de refugio y lanzamiento para los sueños de quienes la conforman.
Tuve la posibilidad de observarte jugar el viernes pasado ante Mazatlán, duelo sordo, en el cual quienes más pretendieron crear y ganar fueron ustedes, siendo lo mejor que tú comandaste la idea de buscar con cacumen y persistencia el arco rival. Fuiste por mucho el mejor de los tuyos, fuiste un frecuente generador de soluciones, y estableciste con meridiana claridad que la posesión de la pelota era el argumento correcto para salir victoriosos, no fue así, pero tú no desististe ni un instante en expresarlo de esa manera.
Para poder trascender en este deporte se necesitan establecer buenas sociedades, se necesita convivir con jugadores que entiendan, interpreten y jueguen a lo mismo, y tú en Torreón has encontrado gratos socios. Junto a ti en la mitad del campo camina Fernando Gorriarán, que aparte de técnica le agrega músculo al tema, por ende ensamblan un buen dúo. Por delante de ti juega Diego Valdés, exquisito futbolista que a veces es acusado de indolente, pero que cuando se inspira el balón parece una extensión de sus botines, principalmente el derecho. Por tu costado izquierdo te han colocado a dos hombres con diferentes características, pero ambos sumamente útiles, el chamaco Ronaldo de Jesús Prieto, zurdito con gráciles maneras, y que siempre está en posición para descargues con él, y un poco adelante Juan Ferney Otero, un explosivo extremo que hace larga la cancha y que profundo el ataque santista.
Me parece que con estos futbolistas has encontrado con quien armar un buen asilo para la pelota, se te percibe gozoso, se te percibe confiado, se te percibe en control, se te percibe divertido.
Y sin conocer a profundidad a tu jefe directo, Guillermo Almada, daría la impresión que te ha dado total libertad para que tu imaginación
se desparrame, aspecto que has abrazado con responsabilidad e inteligencia. Tu ascenso ha sido escalonado y sustentado, y no muchos pueden preciarse de ello.