Siempre hay algo en juego cuando los Steelers y los Ravens se encuentran sobre el terreno de juego. Por lo general es el honor y siempre es la salud, en una de las rivalidades más intensas que tiene esta liga. El sábado hay un ingrediente adicional: El título de la División Norte de la Conferencia Americana.
Pittsburgh (10-4) necesita un triunfo para obtener su octavo título divisional bajo la tutela del entrenador en jefe Mike Tomlin. El hecho de postergar una semana más la clasificación a playoffs por parte de su acérrimo rival podría considerarse un bono.
La historia reciente está de lado de Pittsburgh. Los Steelers tienen cuatro victorias consecutivas sobre Baltimore y ocho en sus últimos nueve enfrentamientos, un periodo en donde todos los partidos se han definido por siete puntos o menos y en donde ningún equipo ha superado los 28 puntos por encuentro.
Es justo decir que Tomlin y Pittsburgh saben algo que el resto de la liga ignora: Cómo frenar al quarterback de Baltimore (9-5) Lamar Jackson, quien se mantiene en la conversación como candidato a lo que sería su tercer premio al Jugador Más Valioso en siete años en la liga.
Jackson tiene marca de apenas 1-4 como titular ante Pittsburgh, con apenas cinco pases de touchdown a cambio de ocho intercepciones. Nunca ha rebasado los 80 puntos de rating.
Incluso en su única victoria, en 2019, fue capturado en cinco ocasiones y le robaron tres pases. No se puede seguir haciendo lo mismo y esperar resultados distintos.
Durante la derrota de 18-16 en Pittsburgh, Baltimore fue capaz de mantener a su rival fuera de la zona de anotación, pero abandonó por completo su uso del segundo mejor ataque terrestre de la liga en la segunda mitad. Esto se tradujo en su segundo total más bajo de yardas por tierra de la campaña y en una derrota que comprometió seriamente sus aspiraciones de ganar la división.
Baltimore se presenta como el tercer ataque más productivo de la NFL y encabeza la liga con seis partidos de al menos 30 unidades. Sus cuatro derrotas, todas por siete puntos o menos, se pueden atribuir fácilmente a la falta de disciplina (líderes de la liga con 117 castigos), una defensiva por demás vulnerable contra el pase y al sorpresivo declive de quien llegó a ser el pateador más confiable de la historia, Justin Tucker.
Ante Pittsburgh, sin embargo, no hay mucho de qué preocuparse a la defensiva, en particular si la ausencia del receptor George Pickens se extiende a un segundo partido consecutivo por una lesión en el tendón de la corva. Con una ofensiva que se encuentra en el tercio inferior de la liga y un ataque que no ha superado los 20 puntos en tres de sus últimos cinco compromisos, los Steelers tendrán que confiar en su defensiva.
Para su suerte, y desgracia de Baltimore, eso es lo que mejor saben hacer. Y Lamar Jackson lo sabe.
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