A Simone Biles todavía le sucede. Incluso ahora, después de dos Juegos Olímpicos, seis campeonatos mundiales y más de una década bajo los reflectores. La gimnasta más laureada de todos los tiempos y el referente del movimiento olímpico estadounidense sigue sorprendiendo cuando se habla de su edad.
“Dicen algo como ‘Oh, Dios mío, eres tan linda, eres una niña’”, dijo Biles a The Associated Press con una risa algo exasperada. “Como si quisiera decir ‘Soy adulta. Ahora soy una adulta. Tengo 27 años’”. Sin embargo, la percepción respecto a la edad de Biles persiste incluso cuando la demografía en la élite de su deporte está cambiando.
Tal vez sea porque, con excepción de una, las últimas 13 campeonas olímpicas fueron muy jóvenes, incluida Biles, cuando triunfó en Río de Janeiro hace ocho años, y su compañera en el equipo estadounidense, y buena amiga, Sunisa Lee, que tenía 18 años cuando superó a la estrella brasileña Rebeca Andrade en una tensa final en Tokio en 2021.
Ambas están de regreso en lo que han llamado una “gira de redención”. Cuando Biles y Lee pisen la pista de suelo en el Bercy Arena el domingo para la ronda clasificatoria estarán acompañadas por la campeona olímpica de 2020 Jade Carey (24 años) y la medallista de plata olímpica de 2020 Jordan Chiles (23), junto con la debutante Hezly Rivera (16), por mucho la integrante más joven del equipo más experimentado que los estadounidenses han enviado a los Juegos.
Atrás quedaron los días en que la seis veces medallista olímpica Aly Raisman era apodada la abuela del equipo en 2016 con tan solo 22 años, un apodo por el que Biles admitió en broma que ahora debe disculparse. “Como si fuera una anciana ahora”, dijo Biles. “Olvídense de la abuela, eso ya pasó”.
Una rápida evolución
Un mejor entrenamiento, la flexibilización de las reglas sobre los derechos de nombre, imagen y semejanza para los atletas universitarios y el poder de las redes sociales están permitiendo que los mejores estadounidenses extiendan sus carreras.
Carey, Lee y Chiles han pasado una parte importante de su tiempo desde Tokio compitiendo en el nivel universitario, que alguna vez se pensó estrictamente como una forma para que los exatletas olímpicos se retirasen paulatinamente.
Ya no es así. El cambio de las reglas permitieron a Chiles, Lee y Carey sacar provecho de su éxito en Tokio sin sacrificar su elegibilidad universitaria. La frecuencia de las justas de la NCAA y el énfasis en la ejecución sobre la dificultad le permitieron a Chiles refinar habilidades más básicas y al mismo tiempo obtener una experiencia de competencia invaluable sin agotarse.
Un nuevo paradigma
Quizás la razón más importante sea más fundamental y tal vez más impactante y duradera.El clima y la cultura en torno a la gimnasia de élite están evolucionando. También lo están haciendo las dinámicas de poder a medida que el deporte se centra más en el atleta, alejándose de un paradigma de entrenador autoritario y prodigio talentoso pero obediente que definió el éxito al más alto nivel durante tanto tiempo.
“La gente ha dejado de decirles que no pueden hacerlo”, dijo Aimee Boorman, quien entrenó a Biles al principio de su carrera y es la cofundadora de GIGA, una liga profesional de gimnasia femenina que se lanzará en 2025. “Han dejado de decirles que están acabadas a los 17 o 18 años... El estigma de las ‘niñas en cajas bonitas’ ya no existe”.
A Biles le han preguntado repetidamente desde que regresó al deporte el verano pasado, por qué está haciendo esto mucho más cerca de su cumpleaños número 30 que de su cumpleaños número 20. Biles siempre vuelve a la misma respuesta: “Porque puedo. Nadie me obliga a hacerlo”, dijo Biles después de las pruebas olímpicas de Estados Unidos. “Me despierto todos los días y elijo esforzarme en el gimnasio y salir aquí y rendir por mí misma”.
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