Cuando el soldado John Frum partió de la isla de Tanna, le prometió a sus pobladores que volvería con regalos para mejorar su calidad de vida; el militar estadounidense aseguró que llegaría cargado de televisores, medicinas, refrescos y hasta barcos.
Han pasado sesenta años desde su partida pero los lugareños siguen esperando el regreso de su héroe, quien les enseñó de la civilización, por lo que es considerado casi como Jesucristo.
Cada 15 febrero, los adoradores John Frum se reúnen para recordar a los soldados estadounidenses que fallecieron en la Segunda Guerra Mundial y esperar el ansiado regreso de John Frum.
Por tal motivo, los ancianos visten uniformes militares y los jóvenes se pintan el torso con pintura roja, para representar a los caídos y realizan honores a una bandera de EU.