A lo largo de la historia, las mujeres han demostrado que para nada son 'el sexo débil' y que no existen limitaciones cuando se trabaja para alcanza los objetivos y sueños.
Su lucha para romper la barrera de género ha sido constante, con terreno ganado en muchos ámbitos y el deporte no es la excepción. Sin embargo, aún falta mucho camino por recorrer para poder celebrar esa equidad en materia deportiva, principalmente por la brecha salarial y de recompensas que existe.
Las miles de horas de preparación, la entrega, la disciplina y el esfuerzo que las deportistas ponen en cada entrenamiento y competencia es igual al de un varón; no obstante, en muchas disciplinas la remuneración no es la misma ni por poco.
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Tal es el caso del tenis profesional. Si bien los cuatro Grand Slam (Australia, Roland Garros, Wimbledon y el US Open) reparten los mismos premios, en el resto de los torneos existe una desigualdad en ese ámbito. Por ejemplo, el Abierto de Ohio entregó 731 mil dólares a Roger Federer en 2015 por defender su título, mientras que Serena Williams obtuvo 495 mil por haber hecho lo mismo horas más tarde.
"Las mujeres necesitamos derribar muchas barreras en nuestro camino al éxito. Una de estas barreras es el constante recordatorio de que no somos hombres, como si esto fuera un defecto", escribió la tenista estadounidense, ganadora de 23 Grand Slam, en su cuenta de Instagram en diciembre de 2016 a "todas las mujeres increíbles que luchan por la excelencia".
El problema va más allá de reducirlo simplemente a una lucha feminista. Los deportistas deben ganar el salario justo por lo que hacen, sin importar su género, raza o color. Poseedoras de medallas olímpicas, mundiales y de récords históricos, ellas han escrito a base de esfuerzo su nombre en la historia del deporte mundial y aún luchan por la equidad.