Adriana Cerezo era una perfecta desconocida para el gran público el año pasado, pero la benjamina del equipo español en los Juegos Olímpicos de Tokio, ha dado a España la primera medalla: una plata en la categoría de -49 kilos del taekwondo, tras perder por un ajustado 11-10 contra la tailandesa Panipak Wongpattanakit.
Adriana es taekwondista, lo que tampoco le abre las puertas de la popularidad a las primeras de cambio, como tampoco se las abrió que hace unos meses se proclamara campeona de Europa en la categoría de -49 kilos en Bulgaria a sus 17 años.
Adriana Cerezo en combate|EFE
El pasado mes de abril, en Sofia en el campeonato de Europa, explotó el trabajo que lleva acumulado desde que a los cuatro años su abuelo decidiera apuntarla a taekwondo, quizá para gestionar el exceso de vitalidad de la niña.
"Si no fuese a por la medalla de oro no estaría aquí. Voy al cien por cien a por ella. Trabajé para ello y es mi mayor ilusión", ha manifestado, ya en Tokio, Cerezo con la naturalidad de sus 17 años y la confianza ciega en su calidad y posibilidades.
Cerezo tras caer en el combate|EFE
Igual que ocurrió en Sofía, en su primer campeonato continental absoluto, en Tokio Adriana está siendo un torbellino, una fuerza desatada en busca de la victoria, sin importar la edad y el palmarés de cuantas rivales le iban saliendo al paso.
En su camino hacia el oro sólo se interpuso la tailandesa Panipak Wongpattanakit, frente a la que salió, como siempre, sin complejos a por la victoria desde el primer segundo de combate.
No importa la rival, no importan las circunstancias. Su juventud y ganas pueden con todo, incluso con una Final olímpica con solo 17 años. Podrá ganar o perder, pero lo dará todo en el combate y lo que es seguro ya es que abrió el medallero de España en Tokio.
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