El miedo al futuro se apoderó de los Packers durante la primera ronda del pasado Draft. La misma incertidumbre que recorrió las calles de Wisconsin 15 años atrás cuando su quarterback estelar Brett Favre comenzaba a sufrir los estragos de la edad y un talentoso prospecto de nombre Aaron Rodgers estaba disponible, apareció el pasado 23 de abril, ahora con A-Rod en la otra cara de la moneda y con Jordan Love en estado de gracia.
Green Bay sorprendió cuando en la posición 26 del sorteo anunció un trade con Miami Dolphins para poder elegir al mariscal de Utah State. El mundo quedó atónito y muy seguramente Rodgers también, pues apenas en 2018 le extendieron un contrato de cuatro años y 134 millones de dólares, por lo que dada la suma que le deberán pagar, hubiera esperado al menos un par de armas a su disposición para hacer valer cada centavo.
Los Cabezas de Queso no gastaron una sola de sus selecciones en un receptor a pesar de la urgencia de A-Rod por encontrar a alguien con quien poder hacer mancuerna y potenciar su ofensiva. De hecho, a lo largo de su carrera en GB, Rodgers sólo ha conectado un pase de touchdown con un receptor elegido en primera ronda, pues desde 2005 que fue escogido en la primera ronda del sorteo de prospectos de colegial, los Packers jamás han elegido a un WR en su primer turno.
Es así que ante la llegada de Love, el mariscal de 36 años podría estudiar una eventual salida del equipo cuatro veces ganador del Super Bowl en busca de un mejor porvenir en la recta final de su carrera. Sin embargo, de momento se encuentra amarrado con los Packers hasta 2021, por el tope salarial.
No obstante, diversos medios ya especulan que para 2021 el contrato de Drew Brees con los Saints finaliza, por lo que muy seguramente el quarterback ganador del Super Bowl XLIV se retiraría con 42 años, lo que podría orillar a New Orleans a hacer un esfuerzo para firmar a Rodgers como su sucesor.
En Washington Dwayne Haskins siembra más dudas que certezas, al igual que Derek Carr con Las Vegas y ni qué decir de New England que tras la salida de Tom Brady rezan porque Jarrett Stidham llene medianamente sus zapatos, por lo que aunque el tema salarial parezca un gran impedimento, en un momento de desesperación, el teléfono de Aaron Rodgers podría sonar para devolverle la sonrisa que Green Bay le borró el pasado 23 de abril.