La pirotecnia iluminará el cielo de color esperanza, las rodillas al piso abundarán durante el himno como protesta por la infame desigualdad social y algunos voltearán con nostalgia hacia las desangeladas tribunas a causa de una pandemia que lo desquebrajó prácticamente todo, menos la temporada de NFL que se mantuvo estoica como roble en la tempestad. La liga le pertenece a los Chiefs de Patrick Mahomes pero la fe es para todos, sobre todo cuando lo único que ha movido al planeta en los últimos meses ha sido la esperanza.
El silbatazo irrumpirá el silencio atroz de cada uno de los estadios, que no encontrarán motivos para sus colosales aforos, y el ovoide será pateado hasta realizar una parábola en el cielo que simbolice el comienzo del año más atípico en la historia de la liga. El miedo al contagio es tal que muchos jugadores optaron por no participar, 66 para ser exactos, no estarán en la temporada 101 de la liga.
Pero más allá de los estragos de la emergencia sanitaria, el esplendor de la NFL deslumbra con la frescura de sus nuevos valores. Una nueva generación de quarterbacks, liderada por Pat Mahomes, Lamar Jackson y Deshaun Watson, ha dado un inesperado giro al desarrollo del juego, que por si fuera poco, equipos como los Titans y su caballo de batalla, Derrick Henry, matizan de nostalgia con sus planes de juego basados en correr la pelota, como en los viejos tiempos.
Pero si de añoranza se trata, ni qué decir de ver a Tom Brady disputar su temporada número 21 a unos dos mil 300 kilómetros de la que fuera su casa durante las dos últimas décadas. Enfundado en los colores de los Buccaneers, el ganador de seis anillos de Super Bowl quiere demostrar que a pesar de sus 43 años, y de no estar más bajo la tutela de Bill Belichick, aún tiene unas cuantas balas para enfrentar a la osada camada de nuevos pistoleros que amenazan con arrebatarle sus fueros.
De esa vieja escuela de la que Brady egresó como el más aplicado, Drew Brees, Aaron Rodgers y Ben Roethlisberger buscarán dar su último do de pecho antes de cerrar el telón. Todos ellos ganadores de al menos un anillo de Super Bowl y dueños de los récords de yardas que sigilosamente le fueron arrebatando a Peyton Manning tras su retiro, cederán más pronto que tarde su lugar a los Joe Burrow, Jared Goff, Dak Prescott o Josh Allen, si es que esa nueva camada logra dar el ancho tras una prolífica era en que los buenos pasadores se daban por racimos.