Además de ser entendido como un espectáculo y una filosofía de vida, a lo largo de los años, el deporte ha ayudado a abrir el diálogo entre países que enfrentan conflictos políticos y sociales.
Para esta ocasión, toca el turno a Estados Unidos y Cuba con el regreso de Grandes Ligas a la isla caribeña con un duelo entre Tampa Bay y la Selección Cubana, el próximo martes.
El partido se da tras la reanudación de relaciones entre ambas naciones, anunciada a finales de 2014 por los presidentes Barack Obama (EU) y Raúl Castro (Cuba), la cual tuvo su punto clímax en julio de 2015 con la reapertura de las embajadas y así se rompió con 55 años de bloqueo económico, comercial y financiero por parte de EU hacia Cuba, aunque aún está pendiente la petición del gobierno de la isla de la devolución de Guantánamo.
Así, tras la reanudación de relaciones entre ambos países, este juego adquiere una importancia histórica, tal y como los encuentros de tenis de mesa que las selecciones nacionales de EU y China sostuvieron en 1971.
Los raquetistas norteamericanos estaban en Japón para disputar el Mundial de la especialidad y recibieron la invitación de ir a jugar a China.
El encuentro marcó la apertura de la relación entre ambos países y al año siguiente, el presidente de EU, Richard Nixon, hizo la primera visita a la China comunista de Mao Zedong.
Por otra parte, el cricket ha sido motor para que indios y paquistaníes convivan a pesar del llamado ‘conflicto de los mil años’ entre estas naciones que disputan Kargil, Cachemira, frontera entre los dos países.
En el caso de Corea del Norte y Sur, dos países en conflicto, se ha intentado disminuir la tensión con el deporte.
En 1990, las selecciones de tenis de mesa de ambas naciones se unificaron y Corea se presentó como una sola selección en el Mundial de Japón, y en la inauguración de los JO de Sidney 2000 desfilaron bajo una bandera.