Han pasado 22 años del último triunfo de la Selección Mexicana en Honduras; desde entonces, ninguna versión del conjunto nacional ha logrado romper una racha negativa que prevalece desde que Miguel Mejía Barón se encontraba en el banquillo.
Fue el 2 de mayo de 1993 cuando el conjunto azteca derrotó por última vez al equipo catracho jugando como visitante; el Estadio Nacional de Tegucigalpa fue la sede del partido que, a la fecha, se mantiene como un logro histórico.
En dicha ocasión, México se impuso por 4-1 a la 'H' gracias a goles de Alberto García Aspe, Luis Flores, Luis García, y un autogol de Richardson Smith, y el duelo correspondió a la Ronda Final de las Eliminatorias para Estados Unidos 1994.
Para entonces, el Tri sorprendió a su similar centroamericano con un tanto antes del minuto dos de parte de Aspe, quien remató a primer poste para sorprender al guardameta rival; justo después, Mejía Barón era expulsado inexplicablemente.
A México le esperaría un festival de patadas, protagonizado por un equipo casi incapaz de vulnerar a Jorge Campos, pero que repartió golpes a diestra y siniestra en cualquier zona del campo; sin embargo, hombres como Hugo Sánchez jamás se amedrentaron.
Nuevamente la pelota parada fue factor, y al 46', Luis Flores colgó el esférico desde los albores del área grande; ante eso, la violencia abundó, aunque no lo suficiente para evitar que Luis García aumentara la dósis con un gran recorte y zurdazo desde la media luna.
Con gran coraje y orgullo nacional a tope, Raúl 'Potro' Gutiérrez y Miguel España continuaron impulsando hacia el frente a la Selección Mexicana, que logró su cuarto gol tras un potente remate de Nacho Ambriz que fue desviado por Richardson Smith.
La molestia por dicha derrota culminó en una serie de sucesos más que lamentables; la violencia contra los mexicanos que se ubicaban en las gradas, aunada a la invasión de fanáticos al empastado comenzó a desatar el temor en la última generación azteca en salir airosa de suelo hondureño.
Desde esa tarde, algunas malas costumbres se han repetido, pero el resultado a favor de México no ha podido regresar; aún se silba el Himno Nacional Mexicano en suelo catracho, y también se lleva una estruendosa serenata al hotel de concentración, fórmula casi infalible para neutralizar a un equipo que, por si fuera poco, no vence en San Pedro Sula desde 1965.