La llegada de Argentina a su hotel de concentración en la Ciudad de Dallas fue un verdadero caos que se veía venir desde el momento que no había elementos de seguridad suficientes para contener a más de 150 aficionados que se dieron cita en el lugar para recibir al equipo.
El camión llegó a un costado del hotel en donde permaneció parado aproximadamente diez minutos con jugadores y cuerpo técnico abordo, quienes desde el interior observaban como la gente se arremolinaba alrededor del camión cantando y saltando, mientras que la gente encargada de la logística se las ingeniaba para detenerlos.
Los encargados de la seguridad pensaron que era suficiente con sólo un policía y mesas colocadas a manera de barrera de contención para controlar el problema, lo que evidentemente fu insuficiente.
Al paso del tiempo tuvo que llegar la policía para formar una valla de seguridad y formar un camino por el que los seleccionados albicelestes pudieran pasar, y fue después de dos intentos que lograron ingresar al hotel en medio del desorden que apenas lograron controlar.
Uno a uno fueron bajando los jugadores. El primero en hacerlo fue Agustín Marchesín, luego Nahuel Guzmán, pero la locura se desató con Lionel Messi, quien bajó custodiado por gente de la AFA, con la cabeza agachada y a toda velocidad mientras la gente coreaba su nombre.
No fueron más de cinco minutos los que duró la situación, pero fue suficiente para dejar clara la pasión que los sudamericanos tienen por su equipo, aunque también estuvieron involucrados algunos aficionados mexicanos que se acercaron con la esperanza de irse a casa con un autógrafo al menos.
