La posición en la tabla pasó a segundo término, también la pasión por los colores y el ambiente carnavalesco; en la periferia del Estadio Azul se respiró la tensión única que se produce cuando un gigantesco operativo de seguridad irrumpe en la fiesta del futbol.
Cerca de mil elementos de seguridad abrazaron el coloso de la Noche Buena para evitar cualquier altercado previo a uno de los partidos que más pasión levanta en la capital del país; uno a uno, los invitados al recinto cementero fueron revisados de manera exhaustiva y sin tregua alguna.
Para la llegada de la Rebel, numerosa porra del equipo visitante, el ambiente no mejoró; un improvisado puesto de mercancía de Pumas fue levantado y aficionados sin boleto en mano desalojados en un autobús; a pesar de que en taquillas aún había entradas disponibles no se registró marabunta alguna para obtener un lugar al interior del recinto.