Viajó 380 kilómetros desde su pequeño pueblo natal, Sédhiou, hasta la capital de Senegal, Dakar. Cruzó por la frontera con Gambia, con el peligro que todo ello significa.
Y lo hizo teniendo bien claro que quería probarse en lo que más le gustaba: jugar futbol. Ahí llegó Sadio Mané, con los zapatos viejos y rotos. Un hombre mayor se le quedó viendo y de inmediato lo cuestionó.
"¿Estás aquí para la prueba?". Sadio le dijo que sí. "¿Con esas botas, cómo puedes jugar así?, ¿y con esos pantalones, nunca has tenido unos de futbol de verdad?", le insistió. Mané le contestó que acudió con lo mejor que tenía.
Lejos de intimidarse o sentirse menos, Mané buscó imitar a Ronaldinho con sus regates y conquistó a los visores ahí presentes. Ahí comenzó su historia ligado con el deporte que ama, que hoy lo tiene en un Mundial donde defenderá los colores de la Selección de Senegal.