De origen humilde, bailarín y, con el paso del tiempo, de gusto refinado, así fue el primer anotador de la Selección Mexicana en una Copa del Mundo. Juan Carreño Lara hizo historia el 13 de julio de 1930, cuando marcó el gol de la honra para el Tri en la derrota de 4-1 ante Francia.
El equipo mexicano era encabezado por un delantero que no superaba el 1.65 (metros) de estatura, y que se distinguía por su físico regordete, que simulaba la forma de ‘Trompo’, más cuando se le veía girar en las pistas de baile. Se trataba de Juan Carreño, nacido en Tacubaya, pero que inició su andar por el futbol en los llanos del acueducto de Chapultepec en 1925, cuando formó un equipo con sus compañeros de la fábrica ‘La sedanita’.
“Era gordito, por eso el apodo del ‘Trompo’, le gustaba el baile, y lo hacía bien. Él nació en el tiempo de la Revolución Mexicana. Lo poco que ganaba era lo que hacía jugando al futbol. Ésa era su pasión. Trabajó de mesero y de albañil, pero su vida y pasión fue el futbol”, relata su nieta, María de la Paz Molina.
Su instinto goleador lo llevó a debutar con el Atlante en 1927, después a la Selección Nacional y con tan sólo 20 años se convirtió en el primer mexicano en anotar en una Copa del Mundo, en una figura de la época, alcanzando un mejor estatus, donde refinó sus gustos por el buen vestir: disfrutaba andar de traje, sombrero, siempre elegante.
Sin embargo, el ‘Trompo’ siempre tuvo una debilidad: las bebidas y la fiesta. Aun así logró mantener su carrera deportiva hasta 1939, cuando no siguió más como jugador del Atlante. El general Núñez, entonces presidente de los azulgranas, ‘cortó’ al ‘Trompo’ al considerar que incitaba a sus compañeros a la juerga. Un golpe fulminante para Juan Carreño.
El fin llegó el 16 de diciembre de 1940, cuando a los 31 años, falleció por una apendicitis, cuando era llevado al hospital en ambulancia. El legado de Carreño es incuestionable, al cincelar su nombre en la historia del futbol mexicano por ser el primer anotador mundialista.
