Si hubiera que definir a Pablo Aguilar con una palabra, ésa sería, sin duda alguna, liderazgo; la fe y la voluntad han formado parte importante del éxito del central paraguayo, que antes de convertirse en uno de los mejores defensores de la Liga MX, tuvo que levantarse de la adversidad.
Fue diagnosticado con una enfermedad denominada Púrpura Trombocitopénica Idiopática, la cual no le permitía a su organismo producir la cantidad necesaria de plaquetas. Le cerró las puertas de la selección y lo tuvo al borde del retiro.
"Empezó cuando jugaba para Arsenal de Sarandí, había pasado por San Luis y Colón, cuando le diagnosticaron un problema serio de plaquetas. Prácticamente le habían cerrado todas las puertas", reveló Jorge Vera, directivo paraguayo del Sportivo Luqueño, en charla con RÉCORD.
Parecía que el futbol le daba la espalda, pero Sportivo Luqueño, equipo que lo formó en sus categorías inferiores, le brindó una segunda oportunidad.
"Él estuvo parado un tiempo y Sportivo le tendió la mano, Pablo es alguien muy querido por la institución, él es un ejemplo para todos. Regresó al club por mucho menos dinero del que ganaba en ese momento, se acopló a lo que se le podía pagar.
"Pablo no quería retirarse y él nunca se quebró y mucho menos se dio por vencido. Ahora nada más hay que ver todo lo que ha logrado", añadió Jorge Vera.
"Estuvo haciendo tratamiento con Luqueño por alrededor de seis meses, incluso estuvo jugando con muchas complicaciones, pero Pablo nunca se dejó caer. Tenía el apoyo de su familia que nunca lo dejó solo, y su fe y la religión lo impulsaron. Si le muestras una imagen de la virgen de Caacupé, que es la virgen de Paraguay, él reacciona de inmediato, es muy sensible a la imagen, porque él se encomienda mucho a ella", mencionó Jorge Vera.
Mientras jugaba para Xolos, Aguilar se mantuvo en tratamiento, pero no fue sino hasta después de alcanzar el título en 2012, cuando Pablo se sometió a una operación donde le extirparon el bazo, para terminar de tajo con el mal que lo persiguió por años.