Han pasado 89 años de aquella difícil decisión. Cruz Azul, como equipo de futbol, es uno de los clubes más ganadores de todo México, pero la historia pudo ser muy diferente si a comienzos del siglo pasado los cooperativistas hubieran decidido transitar por la senda del 'Rey de los Deportes'.
Fue el 22 de marzo de 1927 cuando se forjaron los cimientos del club, que en un comienzo atravesó la difícil decisión de decantarse por una disciplina en específico. Futbol o beisbol, esa era la cuestión, y hoy, a casi nueve décadas, parece que el acierto celeste fue total.
Para ese año, Guillermo Álvarez Macías, director general de la Cooperativa Cruz Azul, se vio en la difícil misión de convertir a su club en más que un grupo de esparcimiento recreativo, y apoyado siempre en Carlos Garcés López, un héroe inesperado para toda la cementera, puso la primera piedra de una pasión que se extendió por toda la república.
En ese entonces, el estado de Hidalgo era ampliamente dominado por el deporte del bat y la manopla; el balompié era apenas una fantasía para aquellos que hoy son la piedra angular de una historia que incluye ocho títulos de Liga, seis de Concacaf, y tres más de Copa.
Garcés, un dentista proveniente de la Ciudad de México, y a su vez futbolista profesional, se rebeló ante las tradiciones deportivas de la Cooperativa y convenció, uno a uno, a los trabajadores de la empresa, para probar suerte en el balompié, luego fueron instauradas dos porterías entre las instalaciones, y se dio forma a un selectivo.
Con gran esfuerzo y aún más dedicación, Cruz Azul se convirtió en un equipo de cuidado en todo el circuito amateur en la localidad de Jasso; comandados por el galeno renegado, los celestes arrasaron con todo rival presente en su localidad, para luego ir en busca de nuevos retos
A comienzos de los años 30 llegaría un vaivén hacia al capital del país con la mira en nuevos campeonatos; el amor por el beisbol fue sepultado por los cementeros, y sobre él se construyó un cada vez más solido romance con el futbol, del que surgieron leyendas como Fernando Bustos, Nacho Flores, y el Centavo Muciño.
La Máquina hoy no pita a nueve entradas ni late con base en cuadrangulares, pero vibra cada quince días en el Estadio Azul y en el recuerdo de cada campeonato, logrado siempre bajo el lema de "Honor y lealtad a nuestra patria, valor y nobleza en el deporte", acuñado por Álvarez Cuevas en una época ya añeja pero envuelta siempre en la mística de un equipo que nació grande.
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