La década de mayor gloria y esplendor para los aficionados americanistas se vivió a plenitud con la llegada de los 80, al conquistar un Tricampeonato y superar en la llamada ‘Final del Siglo’ a su acérrimo rival: las Chivas del Guadalajara.
El cierre de la década de los 70 trajo consigo la despedida del ídolo Enrique Borja y la memorable conquista de la Copa Interamericana, gracias a un gol de tiro libre de Carlos Reinoso ante Boca Juniors.
Posteriormente, los aún Cremas vivieron una paradoja con el resto de lo que vendría en los 80, ya que durante la Temporada 1980-81 el equipo no pudo calificar a la Liguilla, lo que orilló a que José Antonio Roca abandonara al club y tomara el cargo Reinoso.
De la mano del ‘Maestro’, América vivió una transición en su mote, convirtiéndose en las Águilas, para comenzar así un vuelo imparable en aquellos años. Poco a poco se fue formando un equipo del recuerdo, con la llegada de personajes como Eduardo Bacas, Norberto Outes, Daniel Alberto Brailovsky, Carlos de los Cobos, Carlos Hermosillo y estando ya Héctor Miguel Zelada en la portería.
Hablar de Clásicos y del rival odiado representa hablar de la Temporada 1983-84, cuando se dio la ‘Final del Siglo’ ante las Chivas del Guadalajara; el partido de Ida había terminado con empate a dos goles; sin embargo, la vuelta fue significativa de principio a fin, ya que América jugaba con un hombre menos desde los primeros minutos, Chivas tuvo la oportunidad de cambiar la historia con un penalti, pero las manos de Zelada fueron el amuleto al detener el balón del ‘Vaquero’ Cisneros, lo que le dio fuerza a los azulcremas para revertir el mal momento y poder alzar el título con más sabor en su historia.
En la temporada 1984-85 consiguieron el Bicampeonato derrotando a otro rival importante: a los Pumas, de la mano del goleador Hermosillo y de un sublime Brailovsky, sin dejar de lado las polémicas que más tarde sería recordada por ambos equipos y que marcaría la rivalidad con los felinos, tras esa serie de tres partidos que culminó en Querétaro.
El siguiente año, América aportó a cinco jugadores a la Selección Mexicana que sería anfitriona del Mundial de 1986; pese a ello consiguió el Tricampeonato en una serie memorable contra el Tampico Madero, ya que en la Ida las Águilas fueron goleadas 4-1 y en la Vuelta, en tiempos extras, ganaron 4-0 para redondear una etapa sublime.