Como ya es una costumbre en los alrededores del Estadio Azteca, los revendedores hacen su labor a la vista de los elementos de seguridad sin ningún inconveniente.
Con la tranquilidad de poder moverse a su antojo, los revendedores caminan entre la fila ofreciendo a los aficionados los boletos más caros, bajo el argumento que es sólo cuestión de tiempo para que se agoten en taquilla y que ya no van a alcanzar, estrategia que al menos en un par de ocasiones les funciona.
"Dame 90 pesos más ahorita porque en un ratito se terminan y mañana ya los vamos a dar más caros, además, así ya no te formas porque se están aventando como dos horas formados", comentó un revendedor.
Posteriormente, el mismo sujeto caminó hacia los accesos al estadio donde lo esperaban dos más quienes tenían los boletos y fue ahí donde convencido por los argumentos que le dio, una familia se acercó cediendo a la oferta.
Finalmente, uno de los revendedores que esperaba en los torniquetes del inmueble se dirigió hacia uno de los policías que caminaba en los alrededores, mientras que el otro volvió a la fila para tratar de conseguir a un nuevo cliente.